Todo el proceso empieza cuando las placas solares captan los rayos del sol. Los paneles están compuestos por celdas solares, que tienen carga negativa, y una capa de boro, que contiene carga positiva. Cuando el sol se expone en las placas fotovoltaicas, se genera un movimiento de estos componentes, que permite la liberación de electrones. Entonces, se genera electricidad.

La corriente generada es continua, y aquí es donde entra el inversor solar, que la transforma en corriente alterna, la forma que utilizamos la electricidad en casa. Finalmente, después de pasar por la caja de fusibles, existen tres opciones: 

1. Si la energía disponible se emplea directamente, va a los aparatos consumidores: el frigorífico, el televisor, la lavadora, las luces, etc.

2. En el caso de tener batería solar, si se está consumiendo menos energía de la que se produce, el exceso se almacena en la batería solar. De esa manera, la energía está disponible en cualquier momento, como en los picos de consumo eléctrico o por la noche. 

3. En el caso de no tener batería solar, si se está consumiendo menos energía de la que se produce, el exceso vuelve a la red eléctrica convencional.